El domingo por la noche Bitcoin cotizaba tranquilo cerca de los 91 800 $. Este lunes, con la apertura asiática, el precio se desplomó en cuestión de horas. Tocó fondo en 85 400 $ (el precio más bajo del día en los principales exchanges) y al momento de escribir estas líneas ronda los 85 800 $.
En total, se liquidaron 1 080 millones de dólares en posiciones apalancadas, según datos de Coinglass. El 88 % de esas liquidaciones fueron de compradores (longs) que esperaban seguir subiendo.
El resumen rápido del baño de sangre: Bitcoin cayó un 6,8 %, Ethereum un 8,2 % y Solana un 11 %. La capitalización total del mercado se contrajo un 4,1 % —de 3,28 a 3,14 billones— en apenas unas horas. De los 1 080 millones liquidados, 415 millones correspondieron solo a Binance y la dominancia de Bitcoin subió hasta el 58,4 %. Por cierto, los ETF spot siguieron comprando: el viernes entraron 780 millones netos.
¿Qué desencadenó la caída?
- Fin oficial del Quantitative Tightening la semana pasada → dudas sobre liquidez en 2026
- Toma de beneficios masiva después del +42 % de noviembre
- 1 de diciembre: desks institucionales bajan apalancamiento antes del cierre de año
- Funding rate el viernes en +0,08 % cada 8 h → mercado demasiado optimista y frágil
El nivel que todos miran ahora
Los 84 000–84 500 $ son la zona de soporte clave. Si se pierde en cierre diario, muchos gráficos apuntan a una corrección más profunda hacia los 70 000–68 000 $. Por ahora se está defendiendo, pero con volumen alto.
Lo que sí sigue entrando fuerte son los ETF de Bitcoin spot: el viernes registraron +780 millones de dólares netos. Los institucionales compran, el apalancamiento retail se quema. La película de siempre.
Qué esperar en las próximas horas y días
Diciembre es históricamente el mes más volátil para Bitcoin. Los arranques bruscos como este suelen limpiar exceso de apalancamiento y, paradójicamente, preparan el terreno para el siguiente impulso. Si el soporte aguanta, el rebote puede ser rápido y violento en cualquier dirección.
El mercado acaba de recordarnos, con su estilo habitual, que nada sube en línea recta para siempre.